En los últimos años, la gestación subrogada —también conocida como maternidad subrogada— ha ganado visibilidad como alternativa para aquellas personas o parejas que, por distintas razones, no pueden tener hijos de manera natural. Este método, legal en algunos países bajo ciertas condiciones, implica la participación de una mujer gestante que lleva en su vientre al bebé de unos futuros padres, ya sea por razones médicas, biológicas o sociales.
En este contexto, han surgido múltiples agencias que se dedican a ofrecer servicios de acompañamiento, asesoría y gestión para quienes desean iniciar este camino. Sin embargo, no todas estas agencias son lo que aparentan ser. Muchas de ellas actúan como simples intermediarias, es decir, no realizan el proceso directamente, sino que se limitan a conectar a los futuros padres con clínicas o agencias en el país donde se desarrollará el programa. Esto genera una serie de riesgos e inconvenientes que conviene conocer antes de tomar una decisión tan delicada y trascendental.
A continuación, detallaremos los principales problemas asociados con las agencias intermediarias en procesos de gestación subrogada y por qué es crucial apostar por organizaciones con estructura, personal propio y programas diseñados y ejecutados directamente.
Una de las principales características de una agencia intermediaria es que carece de estructura física y operativa en el país donde se desarrollará la maternidad subrogada. Muchas de estas “agencias” no cuentan con oficinas ni empleados en el extranjero. Son gestionadas por personas que han pasado por un proceso de gestación subrogada —padres que, tras su experiencia, se sienten en posición de asesorar a otros— o incluso por abogados que han detectado una oportunidad de negocio.
El problema es evidente: no hay una infraestructura real detrás. Al no tener oficinas ni personal en el terreno, no pueden dar seguimiento efectivo, cercano y personalizado al proceso. No pueden responder con inmediatez ante eventualidades, ni tienen el control directo sobre las clínicas, los contratos o la selección de la gestante. Su función se reduce a la de comisionistas, cobrando por intermediar entre los futuros padres y la clínica local que, en última instancia, es la que se encarga del proceso.
Al tratarse de intermediarios, estos agentes cobran una comisión por cada familia a la que consiguen colocar en un programa. En muchos casos, esta comisión está oculta dentro del precio final que se presenta a los padres. El resultado es un encarecimiento artificial del proceso de gestación subrogada.
Los futuros padres creen estar contratando un servicio completo, con respaldo legal, médico y logístico, cuando en realidad están pagando a alguien por simplemente ponerlos en contacto con otra agencia, clínica o despacho legal en el país destino. Ese dinero extra no se traduce en mejor atención, ni en mayor seguridad, sino simplemente en un intermediario más en la cadena.
Muchos de los intermediarios que se presentan como “expertos en gestación subrogada” no tienen formación jurídica, médica ni experiencia profesional en este ámbito. Algunos son antiguos clientes que, tras haber completado un proceso, han montado su propia “agencia” aprovechando su historia personal como argumento comercial. Otros son abogados que han descubierto un nicho de mercado rentable, pero que no cuentan con una formación especializada en derecho internacional de familia, bioética o derecho comparado.
Cabe destacar que la mayoría de los abogados que se anuncian como especialistas en maternidad subrogada han sido formados por agencias como Gestlife, y en realidad también actúan como intermediarios: no llevan los procesos legalmente, sino que derivan a sus clientes a abogados locales en el país donde se realiza la gestación, cobrando una comisión por cada familia.
Cuando se contrata a una agencia intermediaria, el control del proceso queda en manos de terceros. Los futuros padres no tienen contacto directo con la clínica, ni con el equipo médico, ni con la mujer gestante. Toda la información pasa por el filtro del intermediario, lo que puede generar retrasos, malentendidos e incluso manipulaciones.
Además, como estos intermediarios no tienen relación contractual directa con los actores clave del proceso (clínicas, abogados locales, gestantes, etc.), no pueden garantizar la calidad de los servicios ni intervenir con eficacia si surgen problemas. Esto deja a los futuros padres en una situación de vulnerabilidad, especialmente en países donde el idioma, la legislación o las costumbres son muy diferentes.
La gestación subrogada es un proceso largo y emocionalmente intenso. Implica decisiones médicas, legales, éticas y personales. Requiere acompañamiento constante, tanto antes como durante y después del embarazo. Las agencias intermediarias, al no tener personal propio ni presencia en el país donde se lleva a cabo el proceso, no pueden brindar ese seguimiento integral.
Muchas familias reportan sentirse solas, desinformadas o confundidas en momentos críticos del proceso, precisamente porque su “agencia” no está realmente presente. En cambio, las agencias con estructura propia —como Gestlife, que cuenta con 196 empleados y 18 oficinas en 11 países— pueden ofrecer un acompañamiento real, con personal en terreno, traductores, médicos, abogados y psicólogos que trabajan en coordinación para garantizar la seguridad y el bienestar de todos los involucrados.
Al actuar como vendedores de servicios ajenos, los intermediarios muchas veces prometen más de lo que pueden cumplir. Para cerrar una venta, exageran las tasas de éxito, ocultan los riesgos legales o minimizan las dificultades logísticas. Esto genera expectativas irreales que, más adelante, derivan en frustración, conflictos y pérdidas económicas o emocionales.
El hecho de que muchas de estas agencias trabajen desde un país diferente al del programa de gestación complica aún más la situación: no conocen bien la legislación local, ni están actualizados con los cambios normativos, ni pueden adaptarse rápidamente a nuevas circunstancias. La falta de información precisa es una de las principales fuentes de problemas en los procesos de maternidad subrogada, y los intermediarios suelen ser responsables de esa opacidad.
Contratar a una agencia sin presencia legal ni operativa en el país donde se desarrollará la maternidad subrogada puede acarrear graves consecuencias legales. En algunos países, la gestación subrogada está regulada con normas estrictas; en otros, directamente prohibida. El desconocimiento o el mal asesoramiento puede llevar a situaciones tan graves como:
Además, desde el punto de vista ético, trabajar con intermediarios sin estructura ni control puede suponer prácticas poco transparentes o incluso explotadoras. La maternidad subrogada debe ser siempre un proceso respetuoso, voluntario y éticamente supervisado, algo que no puede garantizar una agencia que simplemente hace de puente entre partes desconectadas.
Quizás uno de los aspectos más preocupantes es que las agencias intermediarias no asumen ninguna responsabilidad real si algo sale mal. Si la clínica incumple, si hay errores legales, si la gestante se echa atrás o si el bebé no puede salir del país, el intermediario suele escudarse en que solo fue “un asesor”, sin competencias operativas. Esto deja a los padres totalmente indefensos y sin capacidad de reclamar.
Por el contrario, una agencia que diseña y ejecuta sus propios programas, con personal propio en el país donde se realiza la gestación, sí puede asumir compromisos reales y ofrecer garantías contractuales. La diferencia es abismal.
La gestación subrogada es una de las decisiones más importantes que una persona o pareja puede tomar. Implica tiempo, dinero, emociones y muchas veces años de espera y esperanza. Por ello, no puede dejarse en manos de improvisados, comisionistas o intermediarios sin estructura.
Contratar una agencia con presencia real, experiencia contrastada, programas propios y oficinas en el país del proceso, como es el caso de Gestlife, es una garantía de seguridad, transparencia y éxito. Con 196 empleados y presencia directa en 11 países, Gestlife no depende de terceros para desarrollar sus programas, sino que ofrece un servicio integral y directo, eliminando intermediarios y reduciendo riesgos.
A la hora de iniciar un proceso de maternidad subrogada, es esencial informarse bien, comparar opciones y desconfiar de soluciones mágicas o demasiado baratas. Lo que está en juego no es solo un servicio, sino la vida de un futuro hijo y el bienestar de toda una familia