Los secretos del proceso de selección de embriones que nadie te había contado

Los secretos del proceso de selección de embriones que nadie te había contado

Un equipo de un laboratorio de reproducción asistida, mira a través de un microscopio y evalúa diminutos embriones. Allí se juega una parte muy importante del viaje hacia la gestación subrogada. Se decide cuál embrión tiene más posibilidades de convertirse en bebé, y cuáles tienen más riesgos. Este momento, silencioso, es clave. Y se apoya en el conocido proceso de selección de embriones.
Pero, ¿cómo se identifica que un embrión tiene “baja calidad”? ¿Qué criterios morfológicos y genéticos se usan para descartarlos o elegirlos? En el siguiente artículo explicaremos, cómo funciona ese filtro, por qué importa, y qué relación tiene con el éxito del camino hacia la gestación subrogada.

¿Por qué importa identificar embriones de baja calidad en el proceso de selección de embriones?

En un programa de gestación subrogada, los futuros padres responsables quieren dar lo mejor posible al bebé que está por venir. Parte de ese cuidado pasa por que el embrión que se transfiera tenga la mejor opción de implantarse, crecer bien y dar lugar a un embarazo saludable.

El proceso de selección de embriones busca justamente eso: identificar, entre todos los embriones disponibles, cuales tienen mayor potencial de éxito, y reducir los riesgos de fracaso, aborto o embarazo difícil. Para ello se usan criterios morfológicos (cómo se ve el embrión, su forma, número de células, etc.) y criterios genéticos (su composición cromosómica, la presencia de aneuploidías, etc.).

Cuando un embrión se denomina de “baja calidad”, suele significar que, según esos criterios, tiene menor probabilidad de implantarse o de convertirse en embarazo exitoso. Conocer esta diferencia ayuda a tomar decisiones informadas en la gestación subrogada: cuál embrión transferir, qué esperar, cómo planificarse.

¿Qué entendemos por “embrión de baja calidad”?

Veamos algunos matices para explicarlo bien. En el contexto del proceso de selección de embriones, un embrión de baja calidad es aquel que, al evaluarse, no cumple de la manera óptima ciertos parámetros morfológicos y/o genéticos que se asocian con buena viabilidad.

Parámetros morfológicos

Los expertos observan el embrión en diferentes momentos —por ejemplo, al día 3 y al día 5 del cultivo— para evaluar cómo va creciendo. Analizan el número de células, la velocidad con la que se divide, la fragmentación (pequeños trozos de citoplasma que se desprenden), la masa de células internas —que formará al bebé— y la capa externa, que dará origen a la placenta (el trofoectodermo). También valoran cómo se expande el blastocisto, es decir, si el embrión crece con fuerza o no.

Un meta-análisis reciente mostró que la morfología del blastocisto es clave para predecir su calidad: el trofoectodermo tiene más peso que la masa interna o que el grado de expansión a la hora de implantar. En palabras simples: un embrión con pocas células, mucha fragmentación o una estructura poco definida tiene menos posibilidades de implantarse. De hecho, según un estudio divulgativo, cuando la fragmentación supera el 25%, las probabilidades de éxito disminuyen notablemente.

Parámetros genéticos

Pero no todo se ve a simple vista. Detrás de la apariencia del embrión también cuenta lo invisible: su composición genética. Gracias a técnicas como la biopsia embrionaria y las pruebas de aneuploidía, los especialistas pueden saber si el embrión tiene el número correcto de cromosomas o si presenta alguna alteración.

Cuando un embrión tiene cromosomas de más o de menos, aumenta el riesgo de que no se implante, de que el embarazo no prospere o de que existan anomalías genéticas. De hecho, la mejor forma de clasificar los embriones es combinando criterios morfológicos y genéticos.

En resumen, se considera que un embrión es de baja calidad cuando presenta una morfología poco favorable y/o alteraciones genéticas que reducen sus probabilidades de desarrollo.

¿Cómo se evalúa la calidad de los embriones en el proceso de selección de embriones?

Vamos a describir de forma sencilla los pasos que suelen seguirse en la evaluación, dentro del contexto de la gestación subrogada.

Cultivo embrionario

Después de la fecundación in vitro, los embriones se cultivan en el laboratorio durante varios días —normalmente hasta el día 3, 5 o 6— para que pasen de ser solo unas pocas células a convertirse en un blastocisto (una etapa más avanzada del desarrollo). Durante ese tiempo, los especialistas los observan muy de cerca, ya sea con un microscopio tradicional o con incubadoras equipadas con cámaras de vídeo (time-lapse), que permiten seguir su evolución sin interrumpir su crecimiento.

Las guías más recientes en reproducción asistida coinciden en algo esencial: un buen cultivo embrionario es la base para poder evaluar correctamente su calidad. Sin un entorno estable y controlado, no hay evaluación fiable.

Evaluación morfológica

Los embriólogos analizan los embriones siguiendo criterios muy específicos y estandarizados:

  • Día 3: se observa el número de células. Lo ideal es que el embrión tenga entre 6 y 8 células; si tiene menos, puede indicar un desarrollo más lento.
  • Fragmentación: se evalúa cuánta parte del citoplasma se ha desprendido sin formar células completas. Cuanta menos fragmentación haya, mejor, ya que un embrión más “limpio” suele tener más opciones de implantarse.
  • Día 5-6 (fase de blastocisto): aquí se aplican los criterios del sistema de Gardner y Schoolcraft, que valora tres aspectos principales:
    • Grado de expansión o hatching (qué tanto se ha expandido el blastocisto).
    • Calidad de la masa celular interna (ICM), que formará al bebé.
    • Calidad del trofoectodermo (TE), que dará origen a la placenta.
  • Un meta-análisis reciente, con más de 42.000 embriones, concluyó que el trofoectodermo es el factor más determinante para predecir un nacimiento exitoso, seguido del ICM y, después, del grado de expansión.
  • Otros detalles: se revisan también la simetría de las células, la presencia de vacuolas o la granulación. Todos estos factores ayudan a clasificar los embriones, desde los de mejor calidad hasta los de menor potencial.

Las guías más recientes de ESHRE/ALPHA recogen estos criterios y los establecen como referencia internacional para evaluar de forma uniforme la calidad embrionaria.

Evaluación genética

En paralelo o en complemento, algunos laboratorios ofrecen pruebas genéticas preimplantacionales (como PGT-A) para detectar alteraciones cromosómicas (aneuploidías). Esta parte del proceso de selección de embriones ayuda a descartar embriones con riesgo elevado de fallo. Según un estudio, la evaluación genética mejora la selección, aunque siempre combinada con otros parámetros.

Ranking y decisión de transferencia

Una vez evaluados los embriones, se hace un “ranking”: se ordenan según la calidad (morfología + genética) para decidir cuál embrión transferir primero, o cuál congelar para más tarde, o en procesos de gestación subrogada cuál va a la gestante. Las recomendaciones de ESHRE/ALPHA establecen que la evaluación y la clasificación deben seguir criterios estandarizados.

Consideraciones específicas en la gestación subrogada

En un programa de gestación subrogada, la calidad de los embriones es aún más relevante porque se trata de optimizar el ciclo para los futuros padres y para la gestante. Por ejemplo:

  • Menor número de embriones disponibles → mayor necesidad de buen criterio de selección.
  • Menores márgenes de error: elegir un embrión con más posibilidades puede reducir tiempo y coste.
  • Información para los futuros padres: comprender por qué se elige un embrión y cómo se ha valorado.

¿Qué hace que un embrión sea de “baja calidad”?

A la hora de evaluar un embrión, los especialistas prestan atención a una serie de señales que pueden indicar una calidad más baja. Estas pistas surgen tanto de su aspecto (criterios morfológicos) como de su información genética y del entorno en el que se desarrolla.

Desde el punto de vista morfológico, un embrión puede considerarse de menor calidad si, por ejemplo, al día 3 solo tiene cuatro células en lugar de las seis u ocho esperadas, o si su ritmo de división es demasiado lento. También influye la fragmentación, es decir, la presencia de pequeños trozos de citoplasma que se han desprendido: cuando supera el 25%, las probabilidades de implantación se reducen notablemente. Además, los embriólogos observan si las células son simétricas y uniformes o si presentan diferencias de tamaño y forma.

En los días 5 y 6, cuando el embrión llega a la fase de blastocisto, se analiza también su grado de expansión, la calidad de la masa celular interna (ICM) —que formará al bebé— y del trofoectodermo (TE) —que dará origen a la placenta—. Los estudios muestran que los blastocistos con un trofoectodermo de calidad “A” tienen muchas más probabilidades de implantarse con éxito. Otros detalles, como la presencia de vacuolas, granulación o una zona pellúcida irregular, se valoran con precaución.

En cuanto a las señales genéticas, los expertos analizan si el embrión presenta aneuploidías, es decir, un número incorrecto de cromosomas, lo que puede aumentar el riesgo de aborto o de malformaciones. También se tienen en cuenta los casos de mosaicismo, donde algunas células son normales y otras presentan alteraciones, un tipo de desequilibrio que no siempre se detecta observando solo la morfología.

Por último, existen otros factores que influyen en la calidad embrionaria, aunque no dependan directamente del embrión: la edad de la donante o de la mujer que aporta los óvulos (a mayor edad, mayor riesgo de alteraciones), la calidad del laboratorio, las condiciones de cultivo, la técnica de fertilización o incluso la calidad del semen. En el caso de la gestación subrogada, también la salud y el entorno de la gestante pueden influir en el éxito final del proceso, aunque no modifiquen la calidad del embrión en sí.

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¿Qué riesgos conlleva transferir un embrión de baja calidad?

El propósito de todo este proceso de selección de embriones es reducir riesgos y optimizar resultados. Sin embargo, si se opta por un embrión de calidad inferior, pueden aumentar ciertos riesgos, que conviene conocer:

  • Menor tasa de implantación: un embrión de baja calidad tiene menos probabilidades de adherirse al útero de la gestante.
  • Mayor probabilidad de aborto espontáneo o fallo del embarazo.
  • Mayor riesgo de embarazo múltiple (si se transfieren varios embriones para compensar calidad inferior) lo cual conlleva más riesgos obstétricos.
  • Posible mayor coste emocional y económico: si el ciclo no llega a buen fin, se puede prolongar, generar estrés y más intervención.
  • En gestación subrogada, siendo un proceso ya complejo, priorizar calidad ayuda a que todo el esfuerzo tenga más probabilidad de éxito.

Por tanto, identificar embriones de baja calidad no es una cuestión estigmatizante, sino protectora: permite reasignar recursos, elegir mejor y fijar expectativas realistas.

¿Puede un embrión de “menos buena calidad” aún dar lugar a embarazo exitoso?

Sí. Es importante no caer en la idea de que “baja calidad” significa “imposible”. Este matiz es clave en el acompañamiento de la gestación subrogada.

  • Según varios estudios, los embriones con calificación morfológica inferior pueden implantarse y dar lugar a bebé sano. Por ejemplo, los autores de un artículo en Human Reproduction indican que, aunque la morfología es útil, tiene limitaciones y debe interpretarse con cautela.
  • Factores extracromosómicos y del entorno (útero, gestante, laboratorio) juegan un papel importante.
  • En algunos casos, cuando los embriones “mejores” no están disponibles, se puede decidir transferir uno de menor calificación con el consentimiento de los futuros padres, explicando bien los riesgos.
  • Lo que sí es crítico: que el equipo médico explique bien la diferencia entre “calidad óptima” vs “calidad aceptable”, y que los futuros padres tengan claridad en sus expectativas.

En resumen: la calidad es un factor de éxito, no una condena. Pero escoger mejor siempre es más favorable, sobre todo en el contexto de la gestación subrogada donde cada paso adquiere gran valor.

¿Cómo influye el proceso de selección de embriones en la gestación subrogada?

El proceso de selección de embriones tiene un papel clave dentro de la gestación subrogada, no solo desde el punto de vista médico, sino también emocional y organizativo. Elegir bien marca la diferencia entre un camino más corto y previsible, o uno más largo y lleno de incertidumbres.

En primer lugar, identificar y transferir embriones de mayor calidad ayuda a reducir los ciclos fallidos. En un tratamiento de gestación subrogada, donde cada intento implica un gran esfuerzo físico, emocional y económico, aumentar las probabilidades de éxito en la primera transferencia puede suponer un alivio enorme para los futuros padres y la gestante.

Además, este proceso permite realizar una transferencia más dirigida y segura. El equipo médico y los padres de intención suelen optar por transferir primero el embrión mejor valorado, y casi siempre se recomienda hacerlo de uno en uno, para reducir el riesgo de embarazos múltiples y complicaciones asociadas.

Otro beneficio importante es la transparencia. Cuando los futuros padres comprenden que los embriones han sido evaluados con criterios morfológicos y genéticos, sienten mayor confianza y tranquilidad. Saber que las decisiones se basan en datos objetivos —y no en intuiciones— hace que todo el proceso resulte más claro y humano.

También hay un impacto directo en la planificación del ciclo y del presupuesto. Usar un embrión de buena calidad permite organizar mejor los tiempos, evitar esperas innecesarias y reducir la incertidumbre. Además, ayuda a que todos —la clínica, la gestante y los futuros padres— estén alineados y trabajen con las mismas expectativas.

Por último, este proceso fomenta decisiones informadas. Los padres pueden preguntar con total naturalidad cuántos embriones se crearon, cuántos cumplen los criterios morfológicos más altos, si se realizó un análisis genético y cuál es el ranking de calidad. Tener respuestas claras a estas preguntas no solo aporta seguridad, sino que refuerza el sentido de control y participación en un momento tan importante.

Buenas prácticas al elegir un centro para gestación subrogada con foco en la selección de embriones

Lo primero es contactar con tu asesor de familia para que pueda brindarte las referencias en la evaluación de embriones, tanto a nivel morfológico como genético. Esto marca una gran diferencia en los resultados. Es recomendable preguntar qué sistema utilizan para clasificar los embriones —por ejemplo, el método de Gardner o las guías actualizadas de ESHRE/ALPHA—, ya que no todos aplican los mismos estándares. Si el laboratorio ofrece o recomienda la prueba genética preimplantacional (PGT), asegúrate de entender en qué casos se usa y qué tipo de información aporta.

En Gestlife siempre te explicaremos con claridad cuántos embriones suelen obtener por ciclo, cuántos se califican como de alta calidad, y cuántos se descartan por baja calidad —y, sobre todo, por qué razones—. Así como sus resultados estadísticos (tasas de implantación, embarazo y éxito por ciclo).

La comunicación es otro punto clave. En procesos tan delicados, entender cada paso es fundamental para tomar decisiones seguras y sin miedos.

Por último, en la gestación subrogada todo funciona mejor cuando hay una coordinación completa entre el equipo de Gestlife, la gestante y los futuros padres. La calidad del embrión es una pieza esencial, sí, pero el éxito del proceso depende también de que todas las partes trabajen unidas, con información clara y confianza mutua.

Ejemplo ilustrativo de cómo se aplica el proceso de selección de embriones

Vamos a compartir un caso sencillo para ilustrar el artículo:

María y David han optado por gestación subrogada. En su ciclo, se generaron 6 embriones. El equipo del laboratorio aplica el proceso de selección de embriones:

  • Se evaluaron morfológicamente al día 3: 4 de los embriones tenían 8 células limpias con poca fragmentación, 2 tenían pocas células o mucha fragmentación.
  • Al día 5, se etiquetaron como blastocistos los de mejor avance: de esos 4, 2 tenían expansión 5, ICM A, TE A; los otros tenían ICM B o TE C.
  • Decidieron además realizar prueba genética para detectar aneuploidías. De los 2 de mejor morfología, uno resultó euploide (número cromosómico correcto) y el otro mostró aneuploidía.
  • De los embriones de menor morfología, uno resultó euploide también, otro mosaico, otro aneuploide, otro sin resultado concluyente.
  • El equipo, junto con María y David, decidieron transferir primero el embrión que tenía morfología óptima y genética euploide. Los otros se congelaron como respaldo.
  • Gracias a esta estrategia, se logró la implantación exitosa y embarazo. En este caso, el hecho de identificar embriones de “baja calidad” permitió centrarse en el mejor, optimizando tiempo y recursos.

Este caso a manera de ejemplo muestra cómo la evaluación morfológica y genética se combinan en el proceso de selección de embriones dentro de un contexto de gestación subrogada.

Conclusión

El proceso de selección de embriones es uno de los momentos más importantes dentro de cualquier programa de gestación subrogada. Identificar los embriones de menor calidad —a partir de criterios morfológicos y genéticos— no se trata simplemente de decidir cuáles son “mejores” o “peores”, sino de entender cómo aumentar las probabilidades de éxito, reducir la incertidumbre y tomar decisiones conscientes y responsables.

Comprender qué se evalúa en la morfología (como el número de células, la fragmentación o la calidad del ICM y el TE) y qué se analiza en la genética (como las aneuploidías o el mosaicismo) ayuda tanto a los futuros padres como al equipo médico a trabajar con más claridad, confianza y expectativas realistas. Un embrión de calidad más baja no significa que no pueda desarrollarse, pero sí implica más factores a vigilar y una planificación más cuidadosa.

Si estás comenzando tu camino en la gestación subrogada, lo mejor que puedes hacer es informarte y participar activamente. Pregunta, escucha, entiende cada paso del proceso de selección de embriones. Saber por qué se elige un embrión y se descarta otro te coloca en una posición de control y tranquilidad.

Porque, al final, esto no va de buscar el embrión “perfecto” —que pocas veces existe—, sino de encontrar el mejor posible para tu historia, con toda la información en tus manos y la esperanza bien acompañada.

20 de noviembre de 2025

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